domingo, 15 de abril de 2012

poema a la agonia

63.- Reflexión a la Agonía. Autor: el predicador económico

Se le relaciona con la muerte, el dolor y el sufrimiento tanto de una persona como la de los cercanos. El mundo humano estima que es necesaria la agonía para tener una muerte sin pecado. Es fácil confundir el término según sea la creencia.

Se vive en agonía en muchos casos sin tener cerca la muerte; la vida misma está relacionada con esta etapa que solo en la mente del hombre existe; esta es el del tamaño que el hombre tiene sobre el grado de crueldad, su actividad, actitud con los demás. No siempre es previa a la muerte.

No es difícil escuchar la frase de que alguien no sufrió pues murió de un ataque fulminante. Nada más falso. Mientras el hombre viva preocupado por los demás sin preocuparse primero por sí mismo, la vida le será una agonía, un confusión y jamás encontrara la verdad que busca en las ciencias falsas.

El hombre que fallece inesperadamente es que tenía una vida difícil, una agonía en vida, perdido en la intranquilidad de sus propios actos, sin dejar que su conciencia trabaje en el para corregir su actitud. La intranquilidad interna es la causa principal de los desequilibrios mentales, las malas decisiones, las vidas falsas, la manipulación de los demás, el control de actos que salen de base por inseguridad, por riesgos que se toman sin la debida preparación para enfrentar estos con serenidad y sabiduría. Creer tener todo lo necesario para realizar tareas fuera de nuestro alcance es un error que va en toda la escala del hombre desde el más afortunado hasta el más miserable del mundo.

Cabe señalar que los errores que les imputamos a los demás tiene como fin no el de ayudar a sus superación, por el contrario, es para hundirlo lo más posible a fin de que no represente un riesgo para nosotros en la vida económica. No nos importa el hombre pequeño al cual lo hacemos aún más, bajamos la estima de este en todo momento, desde la escuela hasta la vida profesional o madura. Esta agonía no es previa a la muerte, es una que se lleva toda la vida pues podemos afirmar con toda seguridad que hay humanos que viven en agonía y esclavitud por el exceso de bienes que no le son necesarios. Coloquialmente se dice que lo tienen todo pero no gozan nada. El humano en sus perversiones hace que la agonía aparezca en todo momento y en cualquier circunstancia. Con el ánimo de tener cosas materiales, atravesamos cristales sin romperlos, hacemos paraísos que solo son espejismos sin detenernos a reflexionar que la traición y el éxito son aleatorios del hombre.

Si el hombre fuera bueno, el mundo sería otro. La naturaleza del hombre grita que venga la agonía, la necesito para poder morir tranquilo pensando que solo por unos momentos de arrepentimiento vamos a ganar la gloria que aunque todos o la mayoría niegan, todos al final la buscan. Una verdad es innegable: la agonía es amiga de los malos, alimento de los perversos y constante de vida de los corruptos.

La agonía ajena es falaz y fugaz. Nadie sufre lo ajeno como lo hace la persona en cuestión y esto por ser una cosa muy personal. Llantos, lagrimas, dolor, desgarres, abrazos son agonías invalidas, muy pasajeras que a la vuelta de unos días se olvidan en cualquier cantina con unas cuantas botellas de licor que debe ser con botana para que haga daño. Piénselo, la palabra agonía solo está en las religiones.

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