jueves, 17 de noviembre de 2011

poema

5.- Reflexión al Enemigo.

Es más fácil tener y hacer enemigos que tener y hacer amigos. Es parte de la condición humana. Al enemigo siempre lo vemos en alguien más sin darnos cuenta que muchas veces esta habita en nosotros mismos y mientras no nos demás cuenta de ello, nuestro enemigo interno nos hace pedazos y los enemigos externos se aprovechan de ello para destruirnos cada vez mas.

El amigo puede ser nuestro peor enemigo. Es una parte difícil de asimilar pues siempre dudamos de ellos y nos va mejor pensar en la confiabilidad que demostramos a otros y así la vida es más fácil. La justicia le llegara si nos traiciona. En cambio en el enemigo no confiamos, lo evadimos o atacamos según sea el caso. A veces el enemigo es más amigo que el amigo en sí mismo.

Por ahora nos ocuparemos de los enemigos que tenemos más claros a la vista: el externo y el interno. El externo nos acosa, nos difama, nos insulta, nos degrada y quiere acabar con nosotros por razones muy diversas. Su mente criminal confabula en nuestra contra con y sin motivo. La razón más común del enemigo es la envidia.

Esta florece en el, al darse cuenta de que nosotros tenemos tranquilidad y el no. Nos ve serenos, sabios, calmados en nuestras decisiones, armoniosos en el matrimonio, comunicadores en la familia, equilibrado en nuestra forma de ser y eso le molesta, lo perturba y con sus recursos trata de ir de la ofensa verbal al delito corporal. Debo decir que el caso puede ser de un hombre o varios o de una mujer o varias.

Nosotros a quien acudimos cuando una situación de estas se presenta. Decepcionados de las autoridades humanas recurrimos al Señor para que nos brinde su protección. Hacemos esto cuando sabemos que hemos cumplido con su ley y sus mandamientos.

Cuando hemos orado fervientemente, hemos pedido perdón por nuestros pecados y manifestamos un verdadero arrepentimiento de estos. El es el único capaz de protegernos de estos pecadores que abundan. Con su protección no hay temor que valga ni cantidad que de miedo. Pueden ser miles los acosadores perversos por quebrantar y solo El lo puede hacer. Combate la infamia, la mentira y la vanidad de estos de un solo golpe. Por esa razón duermo bien y me levanto descansado.

No me preocupo por mis enemigos ya que ellos no son mi responsabilidad. Clamo a El por derecho de hijo arrepentido y me escucha y recurre en mi salvación. Escucha mi solicitud de plegaria de protección, considera mis gemidos, mi angustia y mi dolor.

Guiado por El, su justicia cae sobre mis enemigos, sus bocas que no tiene sinceridad, sus entrañas que son maldad, sepulcro abierto sus gargantas, y su lengua que solo habla lisonjas, caídos por sus propios consejos y sus propias transgresiones, ya se rebelaron contra Él y no contra mí.

Soy protegido del Señor. Me alegro de confiar en El, lanzo voces de júbilo porque me defiende y con su escudo protector camino sin doblarme.

Después de haber llorado y mojado mi cama con lagrimas, de haber gemido de miedo en mi lecho, mis ojos gastados de sufrir se han envejecido a causa de todos mis angustiadores, todos hacedores de iniquidad, se avergonzaran y se turbaran todos mis enemigos; se volverán y serán avergonzados de repente.

En esta plegaria se incluye al enemigo interno. Tan difícil para uno identificarlo pero no para El. Nos deshacemos de los dos del mismo modo e invocamos tranquilidad necesaria para vivir en Cristo el resto de nuestra vida.

El predicador económico.

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