domingo, 16 de diciembre de 2012

reflexion sobre el alcohol

100.- reflexión sobre el Alcohol. Autor: el predicador económico Este es un buen sirviente pero muy mal amo. Al igual que el dinero en sí mismo no es malo, somos los seres humanos lo que culpamos tanto a uno como al otro de nuestras tragedias. En un momento dado de la vida todos bebemos. Unos más que otros, unos más fino otros no tanto. Cuando la idea es saborear la bebida, el alcohol promedio nunca es malo por el contrario sirve de estímulo al que lo bebe moderadamente. Los momentos para beber son muchos y variados. Pretextos para festejar triunfos o asimilar derrotas no faltan. Sin embargo siempre hay que estar alertas cuando lo hacemos pues somos capaces de acciones que en estado normal jamás haríamos. Todo el que bebe aunque sea moderadamente ya no es el mismo. Debe estar consciente que su personalidad se altera y el control personal exige mayor rigor. Cuando bebemos debemos evitar faltar al respeto a los demás pero sobre todo a nosotros mismos. Esto no quiere decir que bebamos solos, es simplemente entender la razón de tomar alcohol. Se puede brindar por lo que se quiera, pero hay que prender un foco de alerta cuando no tenemos razón para hacerlo, sino solo afición. Ahí está la tarugada. Cuando la afición se vuelve la causa de nuestro brindis constante es cuando empezamos a cometer actos reprobables. Este comienzo generalmente se da con la familia, los parientes, los amigos y desconocidos que no sabemos dónde los hicimos compadres del desmadre que traemos dentro de nosotros mismos. Hacemos de nuestras cosas armas mortales que pueden causar daño irreparable tanto a nosotros como a los demás. No nos percatamos de lo que hacemos, perdemos la dimensión de las cosas y en la mente todo se facilita para cometer actos reprobables. En el alcohol se pierde la vista de los caminos, la prostituta se vuelve una fosa profunda y a la mujer ajena en estrecho pozo. Está al acecho como bandido y la infidelidad aparece. Fíjate de quien son los lamentos, de quien son los pesares, de quien son los pleitos, quien son las quejas, de quien son los ojos morados, siempre son de aquel que no suelta la botella de vino ni deja de probar licores. Detente. No te fijes en lo rojo que es el vino, ni en como brilla en la copa, ni en la suavidad con que se desliza, porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora. Tus ojos verán alucinaciones, y tu mente imaginara estupideces, te parecerá estar durmiendo en alta mar, acostado sobre el mástil mayor y dirás: “me han herido, pero no me duele, me han golpeado, pero no lo siento. Cuando despertare de este sueño para ir a buscar otro trago. Parece un sueño sencillo pero es mortal porque el sirviente se convierte en amo y nos precisamente el mejor. Todo en exceso es malo. La moderación no es la comercial o publicitaria, la verdadera está en cada quien, en la fuerza de la conciencia y en cada corazón. Solo de ahí emana el equilibrio que todos tenemos dentro y cada quien dispone en cada caso. No veas espejismo ni inventes paraísos de colores, ve lo que eres cuando no bebes y en lo que te conviertes cuando lo haces. Contrasta tu personalidad y decide cual es mejor pues siendo un ser débil, frágil estas expuesto a esta tentación humana cautivadora, sensacional y placentera pero no duradera. Pide y se te dara.

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